El día "C"


Tiene gracia. Lo recuerdo como si fuera ayer y, sin embargo, a veces me da la sensación de que ha pasado una eternidad... Pero no, HOY HACE EXACTAMENTE 174 DÍAS (sí, los he contado y, desde hace unos cuantos meses incluso he empezado a tacharlos) desde aquella MALDITA LLAMADA.

Sigue teniendo gracia. Si lo pienso detenidamente aún no he decidido si podría atribuírsele el adjetivo de maldita a la llamada. Seguramente, ese calificativo, se lo merecen todos aquellos ¿profesionales? por los que pasé hasta que alguien decidió que la pinta que tenía mi bultito no era tan buena como habían afirmado los anteriores. Curiosamente ese “alguien”, en este caso una chica bastante joven, desmontó el refranero popular demostrando que los diablos viejos deberían dudar más a menudo y seguir pidiendo pruebas, para detectar A TIEMPO (algo tan importante en este tipo de diagnósticos). 

Pero vamos al día “C”, o 29 de Diciembre de 2016

Era un jueves normal, como otro cualquiera (o eso me parecía a mi), y como jueves “normal” estaba trabajando. 
Hasta que sonó el teléfono y, AHÍ, EMPEZÓ TODO. Digo que “ahí” empezó todo porque me habían convencido, médico tras médico, de que no era NADA malo. Incluso “alguien”, la que pidió una biopsia al no estar segura al 100% (gracias a Dios), me había tranquilizado diciendo que esto era casi imposible en chicas jóvenes como yo. Recuerdo que me habló de porcentajes (¡A LA MIERDA LOS PORCENTAJES!).

Así que allí estaba yo, una semana después de la biopsia, deseando que la persona que estaba al otro lado del teléfono me dijera que TODO estaba bien, aunque en el fondo sabía que no era así. Seamos realistas, nadie te llama, tan pronto, si no tienes NADA. 

Lo siguiente que recuerdo es haberme sentado en el suelo (imaginaos mis pantalones al levantarme, ¡estaba trabajando! ¡en una obra!) pero en aquel momento lo último que hacía era pensar. Espera, ¿acabo de decir que en ese momento no pensaba? Mentía. Pensaba, una y otra vez, “esto no está pasando, es como uno de esos sueños en los que todo parece real pero siempre te acabas despertando.” Pero no, yo no me desperté. En lugar de eso conseguí llegar (no tengo muy claro cómo, creo que mis piernas se movían solas) hasta el centro de salud y sentarme en una sala de espera, como su propio nombre indica, a ESPERAR. 

A esperar una noticia que nadie te prepara para oír: “Verónica, lo sentimos, pero ese bultito, ESE QUE TENÍA taaaaan BUENA PINTA, ESE 99,9% DE PROBABILIDADES DE FIBROADENOMA o tumor benigno que tienen la mayoría de mujeres de “mi edad” (como si hubiera una edad para este tipo de cosas), ese bultito APARENTEMENTE INOFENSIVO para todos, menos para mi (que fui corriendo al ambulatorio al día siguiente de notármelo en la ducha y darme cuenta de que era algo que no había estado ahí anteriormente) y para aquella “alguien”, que tuvo una mínima duda de su benignidad (te sigo dando las gracias, quien sabe cuánto tiempo podría haber seguido ahí, creciendo a sus anchas, de no ser, también por ti), ése, es malo.”

Y lo siguiente que vino fue la temida palabra: Cáncer.

Según la AECC el cáncer de mama es el tumor más frecuente en las mujeres occidentales:

“1 de cada 8 mujeres tendrá cáncer de mama a lo largo de su vida.”

Pues claro que sí, todos estos datos nos los sabemos, estamos hartos de verlos en televisión, leerlos en periódicos o revistas, e incluso sufrirlos en personas cercanas. Todos conocemos o tenemos a alguien que ha librado o está librando esta p*ta batalla continua.

Porque por desgracia, el cáncer, es algo que pasa cada vez más a menudo. Es algo que sabemos que existe, a nuestro alrededor, pero en cierto modo, y en el fondo, algo lejano, algo que le pasa a los demás. 

HASTA QUE TE PASA A TI.





PORQUE FUERON, SOMOS. PORQUE SOMOS, SERÁN. 8M

“Soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la...